domingo, 1 de julio de 2012

Neolengua...

El escritor inglés George Orwell se imaginó en su libro 1984 una "neolengua" en Oceanía, el país donde el gobierno era totalitario, y buscaba abreviar y reducir las palabras. Recuerdo que la reflexión que hace su personaje principal, Winston, sobre la neolengua era que al abreviar las palabras y reducir el vocabulario de sus ciudadanos, no les permitía desarrollar el pensamiento abstracto, analítico y crítico, lo que favorecía al sistema.

Aquí comparto un artículo de la página  http://www.lasangredelleonverde.com, de alguien que sólo firma como IF, lo que no demerita su contenido. Espero sea de su interés.


La neolengua de George Orwell


La neolengua es un idioma ficticio que inventó el autor británico George Orwell (1903-1950) en su novela antiutópica “1984”. Con este lenguaje los líderes del Ingsoc, partido único que domina a la población de una porción del globo llamada Oceanía, pretendían evitar no solo la expresión de ideas contrarias a los principios del partido sino incluso la posibilidad de que tales ideas fueran pensables. En el tiempo en el que se sitúa la novela solo muy pocas personas hablan neolengua pero para el 2050 se esperaba que la desaparición de la viejalengua que sería sustituida por el nuevo lenguaje.
    Para conseguir que el lenguaje se adaptara al pensamiento del Ingsoc las palabras sufren un doble proceso de destrucción y designificación. Por un lado, el neolenguaje solo admite las palabras imprescindibles para la comunicación. Por ejemplo, los sinónimos eran eliminados y se dejaba una sola de las palabras para designar un objeto o acción. Dos de las palabras perro, can o chucho son prescindibles dentro de la neolengua. Además, gracias a los sufijos y a las terminaciones las palabras podían cambiar de significado de manera fácil, lo que permitía, también, suprimir muchas palabras. Por ejemplo, en vez de existir las palabras bueno y malo, existía bueno e inbueno.
Al mismo tiempo que se reducían las palabras, se intentaba afilar su significado; es decir, las palabras del neolenguaje debían decir justo lo que querían decir sin dejar ningún campo significativo abierto. En neolengua, por ejemplo, existe la palabra “libre” pero está despojada de cualquier sentido político, solo puede usarse para expresar “libre de”, es decir, se puede usar la palabra en contextos como “el hombre está libre de caries” o “el perro está libre de piojos”; sin embargo, la frase “él es un hombre libre” carecería de sentido.
    Existen tres niveles de vocabulario. El nivel A, palabras de uso cotidiano para cualquier ciudadano; el nivel B compuesto por palabras con connotaciones políticas o ideológicas; y el nivel C en el que están todas las palabras técnicas. Las normas gramaticales son idénticas en los tres vocabularios.
    Las palabras de vocabulario B aunque, en un principio, podrían parecer que tienen un referente más abstracto y un campo semántico más difuso, también en ellas se aplican los principios de la neolengua de concreción significativa y de reducción de vocabulario. Por ejemplo, la palabra “sexocrimen” significaba toda conducta sexual que no buscase la procreación en el coito; en ella estaban englobadas la homosexualidad, el adulterio, el coito por placer, etc. El especialista en perversiones tendrá en el vocabulario C palabras técnicas para designar cada una de las diferentes formas del sexocrimen, pero para el hombre de la calle es suficiente con una palabra. Además, en consonancia con los sistemas totalitarios del XX como el fascismo o el comunismo (y en mi opinión también la democracia burguesa), el vocabulario político se llena de acrónimos como “Comintern” en vez de Internacional Comunista o “Miniver” por Ministerio de la Verdad. Con esto se pretende que las palabras evoquen ideológicamente lo menos posible, sean meras palabras con un referente concreto sin posibilidad de que tengan otra connotación que la dictada por el Ingsoc.
    Las palabras del vocabulario B están definidas de tal manera y evocan tales sentimientos en el hablante que es imposible construir una expresión políticamente contraria a la ideología del Ingsoc. Se podría decir “el sexocrimen es bueno” pero como se ve en la misma frase, la palabra “sexocrimen” tiene en ella misma el matiz de negatividad por lo que frases de ese estilo sonarían autocontradictorias. Como, además, las palabras del tipo igualdad o libertad pertenecen al vocabulario A, ya han perdido todo el sentido ideológico que podían tener.
    Podemos preguntarnos si el lenguaje artificial propuesto por Orwell en su famosa antiutopía es una posibilidad real. Mi opinión es que no. La neolengua es una posibilidad teórica que podría encasillar el pensamiento de una porción del conjunto de la sociedad pero el lenguaje es en sí mismo algo tan vivo que escaparía del control del poder político. Bromear con las palabras, darles un sentido equívoco aposta, construir nuevas formas de expresar las mismas ideas, hacer juegos de palabras, etc. son actividades enraizadas en la naturaleza del hombre. Su mente explora, juega y recrea la realidad de continuo y el lenguaje es el instrumento de esa actividad; es difícil imaginar un lenguaje que no esté sujeto a una vida propia, a una dinámica que no le puede ser impuesta por academias ni estados. El lenguaje como exteriorización del espíritu humano es libre como podemos constatar cuando vemos en cualquier comunidad idiomática una riqueza de expresiones, giros, acentos, etc. reflejo de las idiosincrasias y tradiciones particulares de los pueblos.
    Otra cuestión es la voluntad de manipular el lenguaje por parte de los organismos del poder. Es evidente que eso siempre se ha producido y aún hoy somos víctimas de ese poder lingüístico coercitivo. Como los USA atacan y masacran países para después tiranizarlos en nombre de la “libertad” es un ejemplo. El valor sacrosanto de la palabra “democracia” es otro ejemplo más ¿nunca te has percatado lo mal que suena “soy un antidemócrata”?; sin embargo, la democracia aupó a Hitler al poder, bombardeó Hiroshima y Nagasaki y hoy depreda la riqueza ecológica del planeta. A pesar de todo, ser un demócrata es condición sine qua non para ser considerado una persona respetable en el occidente opulento. El surgimiento de ministerios con nombres tan eufemísticos como “Ministerio de Defensa” o “Ministerio de Igualdad” aquí en España no se alejan en lo más mínimo del “Ministerio de la Verdad” o “Ministerio del Amor” orwelliano.
    No obstante, como ya dije, ese intento de manipulación del lenguaje solo tiene un éxito relativo. Los intelectuales se percatan del engaño y la sociedad civil bromea con las palabras recubiertas por los oropeles del poder. Así el estado se ve obligado a reconstruir continuamente el lenguaje de lo políticamente correcto en un intento de perpetuar el engaño, pero que lo consiga perpetuar y hacerlo extensivo a toda la población se me antoja imposible. Como dijo Abraham Lincoln “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

   Si quieres leer 1984 de Orwell aquí tienes el enlace al libro en PDF, al final está el apéndice sobre la neolengua.


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